martes, 5 de octubre de 2010

Conflictos intrapersonales cotidianos.


Contra la rutina y el desconcierto, hago estiramientos diarios para conseguir que mi cuello llegue a girar 360º sobre sí mismo. Cuando lo logre estarás perdido, voy a acabar contigo, clavaré mis ojos en ti y derrumbaré cada uno de los puntos fuertes que te sustentan, mientras me froto descaradamente contra cada uno de tus puntos débiles.
Creíste que jamás lo lograría, pero te pongo en sobre aviso de que cada vez estoy más cerca. Has de saber que día tras día gano un grado a derecha e izquierda. Grado que gano, tiempo de supervivencia que pierdes. Y no puedo parar de disfrutar de antemano de tu caída y mi causal victoria.
Ambos sabemos que no tienes escapatoria y que, entre tú y yo, no existen treguas ni “altos al fuego” posibles.
Así que te doy la opción de buscar entre tus antiguas pertenencias, cualquier objeto metálico que pueda servirte de escudo o incluso el arma blanca con el que derrotaste a cada una de mis intenciones frustradas.
Sé que en estos momentos no puedes dejar de pensar en el suicidio o la huida, pero, si me permites opinar, creo que deberías tener un final mucho más digno, propio de alguien que llegó a ser tan poderoso como lo fuiste tú.
Vamos, no seas tonto y sonríe, intentaré que mi sed de venganza no nuble mi persecutoria e inoportuna empatía.
Si te portas bien y te declaras culpable, te cambio una muerte lenta y dolorosa, por un dulce sueño con posibilidad de accesorios oníricos “de por muerte”.
 

Buen viaje y hasta nunca, maldito Talón de Aquiles.

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