lunes, 4 de julio de 2011

X.

Dice el calendario que en 9 días nos deja volver a vernos. Así que he ideado una estrategia de ataque para nuestro próximo encuentro. Te lo comunico por si tú, como respuesta, quieres idear una estrategia de defensa o, en su defecto, de contraataque.


Esta vez mi única arma será  un marcador con el que trazar líneas discontinuas por todo tu cuerpo. La x que marca el punto de partida estará situada justo en la frontera entre tu oreja y tu cuello.
Iré deslizándome por tu costado hasta que la cresta ilíaca me indique el cambio de carril para hacer el mismo recorrido en sentido inverso hasta terminar en tu otra oreja. Que las clavículas me guíen hasta tu esternón y empiece a perder la cabeza escalando las cordilleras que tu escote me promete. Y una vez conquistada la cima de cada una de ellas intentaré usar los dientes de ancla para que el vértigo no consiga hacerme perder el equilibrio. Y saciaré mi sed en el oasis de tu ombligo. 

Marcaré con tinta tus piernas, y tus rodillas me servirán de glorietas para coger la primera desviación hacia la cara interna de tus muslos. Voy a abrirte de par en par los sentidos o lo que me pidas y el rotulador empezará a ponerse nervioso al ver que se abre camino hacia tus entrañas por la puerta de la vida, por el acceso reservado sólo a residentes.

Si el rotulador ha conseguido no correrse te dejo marcarme como tú quieras.

Y que la lengua y los labios simplemente precedan a los dientes. Y nos desgarremos la piel a mordiscos para destrozar las barreras que nos separan y que marcan los límites entre nosotras. Y una vez desprovistas de piel, rocémonos hasta provocar el fuego necesario para que nuestros cuerpos se fundan en uno solo. 
Sólo necesitamos el desierto y las dunas que crean las sábanas que compartimos y las cuales no pueden evitar observarnos atónitas y desesperadas por no tener manos para unirse al festival que provocas en mí cada vez que volvemos a encontrarnos. 

Bill Brandt


Bueno, también necesitamos un rotulador permanente, pero no te preocupes cariño de eso me encargo yo. 



domingo, 27 de marzo de 2011

La Guerra Civil de mi (sub)consciente.


Ahora que no encuentro historias de fracasos en mis cajones, que los dramas sólo están al otro lado de la pantalla de mi televisor, que mis sábanas han dejado de retener ese frío paralizador que las caracteriza.
Ahora que tengo agujetas en la sonrisa por la falta de costumbre, que mis  pies torpes pies han encontrado pareja de baile que las guíe en esta “salsa” de días de lluvia y precipicios constantes.

Justo ahora que carezco de motivos que puedan justificarlo, me encuentro a mi misma  luchando, desprovista de todo tipo de armas, contra los pensamientos intrusivos que me abren las neuronas e intentan violármelas. 

Siendo la mayor víctima de toda esta masacre mi autoconfianza, la cual está tiritando de frío escondida entre mi bulbo raquídeo y mi médula, negociando con esta última por cuanto le saldría cruzar la frontera hacía mis costillas que,  aparentemente, son un lugar mucho más seguro.

Y, en medio de todo este campo de batalla, está mi coherencia que disimula y se hace la tonta para no tener que autorreconocerse que el motivo, que hace todo esto tan difícil, es que estos pensamientos intrusivos son causa y consecuencia de mi flagelada, y ya mencionada, auto(des)confianza.

Y, a pesar de contar con todos estos bits de información, es inevitable pensar que si le ves la parte bonita a los ángulos “obtusos” que me conforman es solo porque no hubo otros más “agudos” que llegaran antes que los míos. Que si mis piernas te parecen un paraíso con unas vistas increíbles es porque todavía te queda mucho turismo por hacer. Y que si piensas que soy lo mejor que podrías tener... simplemente es porque estás completamente loca y eso, espero, es un mal previo a que yo apareciera.

Está bien, lo confieso, intenté culparte de todo, te abrí un expediente donde anotar tus déficits, todo lo que cambiaría de ti, lo que me impide ser feliz…continuar con esto. Y sólo he conseguido una colección de páginas en blanco y sentirme un poco peor persona, si cabe.

¿Conclusión?: es fácil…que yo soy un auténtico desastre emocional y tú eres la única persona capaz de conseguir que le haga cortes de manga a mis fantasmas y carencias. Tú, mi trinchera favorita.

 Así que, por favor, siéntate y valora la posibilidad de que el mero conformismo subyazca a tu ceguera cortical.




                                                                                          
Si concluyes que es así, huye antes de que sea demasiado tarde y me hagas reducirme a cenizas.

Y si, por el contrario, la respuesta es una negación, no olvides traerme reservas de agua con azúcar para la cronicidad que vas a causar en las agujetas de mi recién estrenada sonrisa.


viernes, 14 de enero de 2011

Primer asalto.

      Te reto a una lucha polar que ni de cerca nos deje tiritando de frío.

Enfrentémonos a una Desensibilización Sistemática contra el vértigo que se mueve desde el " que esperas de mí" al "que puedo darte yo".
Un asalto con mordiscos y arañazos como único mecanismo de defensa.
Y, a riesgo de posibles cicatrices, establezcamos por norma: incisiones limpias y estratégicas como puerta de entrada hacia las entrañas. Y, una vez dentro, tratamiento reparador y desinfectante.

Yo: diagnosticada de impulsividad recurrente, propensa a los saltos mortales y los traumatismos craneoencefálicos subyacentes.

Tú:  afásica de Broca, archienemiga de mi equilibrio.

Tú y yo: cirujanas de lo impredecible. Bisturí contra bisturí, vamos a reirnos de las contraindicaciones hasta que mueran de vergüenza.

Y si fallamos y nos encontramos de frente con la hemorragia, aprovecharemos para que la sangre simplemente caliente lo nórdico de todo esto.

Que cualquier campo de batalla o sala de operaciones nos baste para batirnos en duelo. En el enfrentamiento más inesperado de nuestra biografía:

             Yo, amateur de tí  vs  Tú, amateur de mí.

Tragicomedia entre lo descabellado y lo maravilloso.





















¿Qué dices?, ¿quieres...enfrentarte conmigo?