domingo, 27 de marzo de 2011

La Guerra Civil de mi (sub)consciente.


Ahora que no encuentro historias de fracasos en mis cajones, que los dramas sólo están al otro lado de la pantalla de mi televisor, que mis sábanas han dejado de retener ese frío paralizador que las caracteriza.
Ahora que tengo agujetas en la sonrisa por la falta de costumbre, que mis  pies torpes pies han encontrado pareja de baile que las guíe en esta “salsa” de días de lluvia y precipicios constantes.

Justo ahora que carezco de motivos que puedan justificarlo, me encuentro a mi misma  luchando, desprovista de todo tipo de armas, contra los pensamientos intrusivos que me abren las neuronas e intentan violármelas. 

Siendo la mayor víctima de toda esta masacre mi autoconfianza, la cual está tiritando de frío escondida entre mi bulbo raquídeo y mi médula, negociando con esta última por cuanto le saldría cruzar la frontera hacía mis costillas que,  aparentemente, son un lugar mucho más seguro.

Y, en medio de todo este campo de batalla, está mi coherencia que disimula y se hace la tonta para no tener que autorreconocerse que el motivo, que hace todo esto tan difícil, es que estos pensamientos intrusivos son causa y consecuencia de mi flagelada, y ya mencionada, auto(des)confianza.

Y, a pesar de contar con todos estos bits de información, es inevitable pensar que si le ves la parte bonita a los ángulos “obtusos” que me conforman es solo porque no hubo otros más “agudos” que llegaran antes que los míos. Que si mis piernas te parecen un paraíso con unas vistas increíbles es porque todavía te queda mucho turismo por hacer. Y que si piensas que soy lo mejor que podrías tener... simplemente es porque estás completamente loca y eso, espero, es un mal previo a que yo apareciera.

Está bien, lo confieso, intenté culparte de todo, te abrí un expediente donde anotar tus déficits, todo lo que cambiaría de ti, lo que me impide ser feliz…continuar con esto. Y sólo he conseguido una colección de páginas en blanco y sentirme un poco peor persona, si cabe.

¿Conclusión?: es fácil…que yo soy un auténtico desastre emocional y tú eres la única persona capaz de conseguir que le haga cortes de manga a mis fantasmas y carencias. Tú, mi trinchera favorita.

 Así que, por favor, siéntate y valora la posibilidad de que el mero conformismo subyazca a tu ceguera cortical.




                                                                                          
Si concluyes que es así, huye antes de que sea demasiado tarde y me hagas reducirme a cenizas.

Y si, por el contrario, la respuesta es una negación, no olvides traerme reservas de agua con azúcar para la cronicidad que vas a causar en las agujetas de mi recién estrenada sonrisa.